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21-09-2010
Bicentenario de la Independencia de Chile
Eneko Arruebarrena, Alcalde de Leioa
Ilmo. Cónsul honorario de Chile, Don Juan Carlos Pérez de Unzueta, Doña Gloria Arévalo, Don Gotzon de Lasa y Don Hans Holfman, Presidentes respectivamente de las Asociaciones culturales chilenas Chile Lindo, Alonso de Ercilla y hablo Neruda, en calidad de coorganizadores de esta celebración del 18 de septiembre, en el que ustedes y todo el pueblo chileno conmemoran su Día nacional, evento que en esta ocasión se ve además engrandecido en su dimensión por corresponderse con el bicentenario de la proclamación de la patria chilena libre toda vez que Chile alcanzó su independencia nacional a comienzos del siglo XIX, hace ahora doscientos años. A todos ustedes y a quienes nos acompañan muy bienvenidos y bienvenidas a Leioa.
Para Leioa, para su comunidad, nos es muy grato y casi ya habitual reservar esta fecha en el calendario para mirar hacia Chile, a sus gentes y a su cultura, música, danza y folklore. Desgraciadamente estos últimos dos años no ha hecho falta esperar hasta septiembre para dirigir nuestra mirada hacia Chile, ya que acontecimientos como los del pasado terremoto y la actual agonía de los mineros han hecho que Chile esté, si cabe, más presente entre nosotros y formen parte de alguna manera de nuestras preocupaciones. Vaya desde aquí un deseo de que quienes más están sufriendo estos embates puedan recobrarse y recuperar la bendita normalidad de su vida.
Leioa y Chile se dan la mano entorno a esta acto desde hace ya unos años. Una celebración en la que Leioa se reconoce gozosa y agradecida. Y lo hace en justa correspondencia con el apoyo, la ayuda y la solidaridad con que Chile y sus gentes mostraron, fundamentalmente en el pasado siglo XX y particularmente tras la finalización de la Guerra de 1936, para con las familias vascas, entre ellas leioaztarras, que tuvieron que elegir el duro camino del éxodo y exilio, para escapar, como mal menor, las más de las veces de la muerte, la cárcel y la represión de quienes vencieron en aquella desigual contienda tras alzarse contra la legalidad vigente.
Una diáspora vasca, originada por razones de índole política y de defensa de sus ideas, que se extiende por toda Sudamérica gracias a la generosidad de esa tierra y la de sus gentes así como al trabajo ímprobo del Gobierno vasco del Lehendakari Agirre y el de sus delegados. Una diáspora que tuvo un peso y una singularidad importante en Chile, a donde barcos como el Winnipeg llegaron a Valparaíso y a otros puntos chilenos llevando a familias, a veces desmembradas, donde pudieron rehacer sus maltrechas vidas y adoptar una nueva patria, en este caso la de acogida chilena. Forzosa fue pues la salida de Euskadi, caprichosa seguramente su llegada a Chile y voluntaria finalmente su apuesta por echar raíces y fijar su permanencia uniendo su destino al de la tierra chilena.
El siglo XVIII fue el siglo de la independencia de Norteamérica, el XIX fue el de la emancipación de los países de Sudamérica, el XX lo fue el de acceso a la independencia de los países de África. También lo ha sido el de la irrupción de un buen número de países europeos al orden internacional motivados fundamentalmente por el fin de la primera Guerra Mundial y la caída del muro de Berlín, a partir de la invocación del principio de las nacionalidades y el derecho de autodeterminación de los pueblos. Y el presente siglo XXI camina por esta senda en la que los países, los pueblos y sus gentes han de convivir sobre la base de la voluntad y de la libre elección y no de la imposición. Las convivencias, las uniones o las asociaciones, lo sean individuales o colectivas (desde los matrimonios, los ententes empresariales, o los estados autonómicos, federales o confederales) o son voluntarias y pactadas o están condenadas, tarde o temprano, al fracaso. Basta con mirar a la historia.
Y este acto y lo que en el celebramos es buena muestra de ello. Zorionak en este el día nacional de Chile. Paz y Prosperidad para Chile y sus gentes en este siglo XXI y que lo veamos. En libertad.
Para Leioa, para su comunidad, nos es muy grato y casi ya habitual reservar esta fecha en el calendario para mirar hacia Chile, a sus gentes y a su cultura, música, danza y folklore. Desgraciadamente estos últimos dos años no ha hecho falta esperar hasta septiembre para dirigir nuestra mirada hacia Chile, ya que acontecimientos como los del pasado terremoto y la actual agonía de los mineros han hecho que Chile esté, si cabe, más presente entre nosotros y formen parte de alguna manera de nuestras preocupaciones. Vaya desde aquí un deseo de que quienes más están sufriendo estos embates puedan recobrarse y recuperar la bendita normalidad de su vida.
Leioa y Chile se dan la mano entorno a esta acto desde hace ya unos años. Una celebración en la que Leioa se reconoce gozosa y agradecida. Y lo hace en justa correspondencia con el apoyo, la ayuda y la solidaridad con que Chile y sus gentes mostraron, fundamentalmente en el pasado siglo XX y particularmente tras la finalización de la Guerra de 1936, para con las familias vascas, entre ellas leioaztarras, que tuvieron que elegir el duro camino del éxodo y exilio, para escapar, como mal menor, las más de las veces de la muerte, la cárcel y la represión de quienes vencieron en aquella desigual contienda tras alzarse contra la legalidad vigente.
Una diáspora vasca, originada por razones de índole política y de defensa de sus ideas, que se extiende por toda Sudamérica gracias a la generosidad de esa tierra y la de sus gentes así como al trabajo ímprobo del Gobierno vasco del Lehendakari Agirre y el de sus delegados. Una diáspora que tuvo un peso y una singularidad importante en Chile, a donde barcos como el Winnipeg llegaron a Valparaíso y a otros puntos chilenos llevando a familias, a veces desmembradas, donde pudieron rehacer sus maltrechas vidas y adoptar una nueva patria, en este caso la de acogida chilena. Forzosa fue pues la salida de Euskadi, caprichosa seguramente su llegada a Chile y voluntaria finalmente su apuesta por echar raíces y fijar su permanencia uniendo su destino al de la tierra chilena.
El siglo XVIII fue el siglo de la independencia de Norteamérica, el XIX fue el de la emancipación de los países de Sudamérica, el XX lo fue el de acceso a la independencia de los países de África. También lo ha sido el de la irrupción de un buen número de países europeos al orden internacional motivados fundamentalmente por el fin de la primera Guerra Mundial y la caída del muro de Berlín, a partir de la invocación del principio de las nacionalidades y el derecho de autodeterminación de los pueblos. Y el presente siglo XXI camina por esta senda en la que los países, los pueblos y sus gentes han de convivir sobre la base de la voluntad y de la libre elección y no de la imposición. Las convivencias, las uniones o las asociaciones, lo sean individuales o colectivas (desde los matrimonios, los ententes empresariales, o los estados autonómicos, federales o confederales) o son voluntarias y pactadas o están condenadas, tarde o temprano, al fracaso. Basta con mirar a la historia.
Y este acto y lo que en el celebramos es buena muestra de ello. Zorionak en este el día nacional de Chile. Paz y Prosperidad para Chile y sus gentes en este siglo XXI y que lo veamos. En libertad.
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